Juana, la cestera

Años, siglos, de tradición popular sobreviven en un rincón de la calle vejeriega de Trafalgar.  Es aquí en donde Juana maneja los hilos de nuestra historia cercana. Sus manos entrelazan los recuerdos con maestría y de ellas salen, como por arte de magia, cestas y canastos, sombreros, bolsos, escobas…

Médulas de junco, mimbres de sauce, palmas sacados de la tierra, robadas al pantano y al cauce del río, se rinden a los dedos expertos de Juana. La empleitera que doblega al cáñamo, lo moldea y nos lo ofrece como un rescate del pasado. Como un tesoro que sobrevive a las prisas, a la mercancía de usar y tirar y al material tóxico con que llenamos, sin saberlo si quiera, nuestras vidas.

Pisando piedras que se resisten al alquitrán y doblando esquinas redondeadas por eternas manos de cal, está su taller, su tienda. Juana, la cestera, tiene horas de trabajo en su mirada clara, hablar sereno y sonrisa fácil. Vive de sus manos artesanas y recupera para el presente y para que nuestros hijos lo guarden en su memoria, un oficio tan viejo como la humanidad.

Una Vejeriega.